¿Cómo soy?
Puede que alguna vez te hayas parado a pensar cómo eres, cuales son tus cualidades.
Casi seguro que , acompañada/o de tu autocrítica, reconoces partes que no te gustan demasiado en ti e intentas esconderlas.
O quizás, en algún momento tu ego te ayuda a fortalecer y mostrar al mundo las que más te gustan.
La pregunta que te lanzo hoy es: ¿Realmente sabes cómo eres?
Uno de los ejercicios que hice y que me ayudó a reconocerme empezaba con hacer una lista de lo que yo pensaba que era. De mis cualidades.
Estas son algunas de las que yo veía en mí:
Soy simpática
Soy curiosa
Soy luchadora
Soy cabezona
Soy egoísta
Soy lejana
…
La segunda parte del ejercicio era apuntar al lado el contrario:
Soy simpática -> Soy borde/antipática
Soy curiosa -> Soy pasota
Soy luchadora -> Soy conformista
Soy cabezona -> Soy flexible
Soy egoísta -> Soy generosa
Soy lejana -> Soy cercana
«El reconocernos en las dos partes nos ayuda a encontrar nuestro equilibrio y a respetarnos en cada emoción vivida.”
Para acabar el ejercicio miré las dos listas y poco a poco fui leyendo las dos partes.
Sentí qué pasaba dentro de mí y me fui dando cuenta de que yo también soy lo contrario de lo que pensaba que era.
En cada momento, en cada situación, sale una cualidad nuestra. Algunas veces de manera más consciente y otras de manera más inconsciente.
Según lo que me pasa, con quién me pasa o dónde me pasa yo soy de una manera o soy de otra.
El reconocernos en las dos partes nos ayuda a encontrar nuestro equilibrio y a respetarnos en cada emoción vivida.
¡Fue fantástico ese momento en qué me di cuenta de que yo lo era todo!
Ya no tengo porque encasillarme en unas cualidades. Lo tengo todo y todo es necesario para SER. Para reconocerme en mi simpatía tengo que haber sentido la antipatía.
El yin y el yang. El día y la noche. El amor y el odio. No existe el uno sin el otro.
¿Te atreves a hacer tu lista?
¿Te atreves a mirar qué sientes cuando lees que posiblemente también eres lo contrario de lo que pensabas que eras?
Hola Maru, este ejercicio es muy sencillo y los resultados conmueven de lo profundos que pueden llegar a ser en el tiempo. Aceptamos que hay día y noche, pero en nosotras parece que sólo aceptamos nuestras luces como si no se necesitara de la sombra que la luz proyecta para tener una imagen completa. Me alegra muchisimo que escribas este blog. Un abrazote
Ainhoa
Cada día valoro más las cosas sencillas y todo lo que me pueden aportar. Y, dándome el permiso para trabajar mi sombra, mi luz puedo verla un poco más clara. Gracias por mostrármelo. ¡otro abrazo para ti! 🙂